Cogiendo ideas
Cuando Miguel todavía no había salido y todavía estábamos pensando en como transportarle en el coche vi esta posibilidad para cuando fuera más grande una vez que fuimos al Monte del Pardo a pasear.
¿No te suena?
Es la moto con sidecar que sale en la peli de Indiana Jones. Bueno, sale en todas las películas de la Segunda Guerra Mundial porque se lleva fabricando desde entonces el mismo modelo sin ningún cambio. Lo de la sillita no venía de fábrica.
Me encontré con el dueño de la moto y le pregunté porque no le había puesto sidecar a su moto y me dijo que para hacer eso había que encontrar un sidecar que le encajara y luego pasarla por la ITV para homologarla y tal.
Que al final sale más caro y da más dolores de cabeza todo ese proceso que comprarse una preciosidad como esta:
El cinturón de seguridad sale de la zona plateada que está justo detrás de la sillita de la niña.
¿Y yo para cuando?
Pues probablemente para nunca. Me encanta la idea pero gastarme un dinero en un sidecar teniendo coche ... no lo veo.
Para mi la moto no solo es sentir el aire y la velocidad. También es muy importante la sensación que dan las curvas. Esa sensación que sobre dos ruedas resulta tan agradable y sobre más de dos da asco.
Pero bueno, si algún día me toca la lotería a lo mejor me lo planteo.
Me lo pensé cuando fui al hospital
Al principio de tener el niño fuimos de urgencias al hospital. Al final era que tenía gases y nosotros íbamos de pardillos.
Pero la cuestión es que tardamos unos 35 minutos en llegar porque había que ir a por el coche, meter el puñetero cuco en el coche, atarlo, llegar, soltar a la madre, ir a buscar sitio, ... y todo eso con el niño llorando.
Entonces pensé en cuando estuve en Grecia que los niños iban en brazos de sus madres. Si su madre le hubiera cogido en brazos y le hubiera llevado en moto hubiéramos tardado 5 minutos.