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Pues no sé si soy yo la única

Pues no sé si soy yo la única que lo veo, pero un niño tonto, cojo, ciego o con cualquier enfermedad aparte de ser un coñazo es un pastón. Un pastón para sus padres, que le tendrán que dar cuidados el resto de su vida, y un pastón para el Estado, que le tendrá que dar una educación especial, pagar medicinas y tratamientos cuando adquiera la categoría de "ser humano", e incluso tendrá que pagarle una residencia cuando sus padres no puedan darle cobijo ¡incluso en tiempos de crisis! Y todo ello para que el niño, por sus limitaciones, quizás no llegue nunca a producir para el estado lo suficiente como para pagar sus gastos, como todos estamos llamados a hacer. Mejor quitarse el problema cuanto antes, ¿no? Una simple operación, camuflada en nombre de la defensa de la madre o de la criatura y nos ahorramos lo indecible. Total, un enfermo de esclerosis minusválido que no puede siquiera hablar o mantener la cabeza no va a revolucionar las teorías sobre la formación del universo. ¿O sí?

A mí me da miedo, porque mi intención es llegar a vieja y me temo el siguiente paso en la economía social: ¿No nos harán a nosotros lo mismo dentro de unos años? Ya, para lo que te queda, muérete, te hacemos la eutanasia o lo que sea, y dejas de estorbar, que con 80 años no vas a aportar más de lo que has aportado a la sociedad. En EEUU lo hacen, a partir de 60 años los seguros privados, pagados durante toda la vida, ya no te cubren. O, como le dijeron a mi abuelo (sanidad pública española): ¡Ah!, ¿pero no se ha muerto usted todavía?